Toda la vida siendo un canalla,
lo admito.
Amaneciendo de muelles en muelles,
zarpando cada mañana sin remordimiento.
y bailabas. Bailaba. Y bailábamos.
La música y tú erais una silueta atronadora.
La barra me invitaba a surfear una nueva ola
para terminar encallando en el fondo de otro vaso.