No quiero miedos, pero tampoco quiero echarlos.
Quiero guerras salvajes debajo de las sábanas.
Saber que los miedos se irán escarmentados, de
esto tan perfectamente imperfecto que tenemos,
cuando rías sin parar con mis cosquillas cobardes.
No soy nadie para espantarlos, pero si soy
quien te puede acoger entre mis brazos.
Con tu cabeza en mi pecho, salvándome una noche más.